GUILLERMO A. COCHEZ |
Cortesia de el Diario EL UNIVERSAL de Venezuela
sábado 26 de enero de 2013
No tengo palabras para reconocer los mensajes de apoyo y solidaridad recibidos por mi actuación en el Consejo Permanente de la OEA el 16 de enero y que motivó, la "desautorización" de mi gobierno por lo dicho y, acto seguido, mi destitución como Representante Permanente de Panamá ante la OEA.
No me queda más que decir, Gracias Venezuela, porque es al pueblo de ese hermoso país al que hablé el 16 de enero. Aunque me desautoricen y posteriormente me despidan, cuando tomé el micrófono en el Consejo Permanente era el representante del pueblo de Panamá, allí acreditado como su embajador, quien hablaba. Así consta en sus actas y anales. La desautorización, la destitución y la alegre reacción del señor Maduro, simplemente no existieron ese histórico día.
Con toda propiedad, les aseguro que el pueblo panameño, entiende lo mal que va la patria de Bolívar, solidarizándose con quienes luchan dentro y fuera de ella por la libertad y la democracia. A veces este apoyo es abierto, otras es sentido pero silencioso. Recuerden que nosotros vivimos episodios similares a los que viven ustedes desde hace 14 años, cuando por 21 años se alzaron con el poder los militares y sus sanguijuelas. Explica ello la solidaridad que también he recibido de tantos en Panamá y en el propio núcleo del Gobierno que me destituyó para evitar las represalias seguras del ilegitimo régimen de Caracas.
El objetivo que me propuse ese día no podía ser frustrado por nadie. Si en su momento no me dejé amedrentar por los gorilas panameños, difícil iba a ceder antes las vacilantes instrucciones de quienes no entendieron que para mí las amenazas de otro Gobierno son solo efectivas en la medida que se cede ante ellas. Callar y/o despedir a un funcionario por presión externa únicamente invita a mayor presión y menor prestigio para Panamá. Ya tendré oportunidad de conversar sobre todo esto en persona con el presidente Martinelli, quien públicamente me ha expresado su amistad y aprecio y que en privado ha ido aún más lejos.
Quería que la OEA conociera formalmente, como acostumbran diplomáticos y burócratas de estos organismos, lo ocurrido en Venezuela desde el 10 de enero; para cualquier estudiante de primero de Derecho debe entenderse como un "golpe de Estado". Y así ocurrió. Antes de esto oía todo tipo de argumentos para hacerse los locos, después de mi intervención he oído pocos, o más bien ninguno. Aunque solo me apoyaron en mi esfuerzo Paraguay y Canadá, en privado, otros mostraron solidaridad e inclusive, el mismo personal de la misión venezolana, conocí de comentarios de desagrado por la vulgar, evasiva e impropia intervención de su Embajador.
Los seguiré ayudando en el campo que disponga de ahora en adelante desde Panamá. Pero no se olviden, la lucha es y debe ser suya, y hay que darla coherentemente a nivel internacional para que el poco apoyo político que hoy reciben fuera de Venezuela se incremente. ¡Viva Venezuela! Siempre hay que recordar que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.
Nota. Terminando de escribir estas palabras de agradecimiento a tantos venezolanos llega a mi atención nota canalla escrita por otro venezolano, José Vicente Rangel, escudado tras uno de sus tantos seudónimos: Marciano. No tengo que explicar que no he cobrado jamás por defender ideales que me definen. Lo hago día y noche. Pobre ante todo, mendigo ante nadie. Entiendo que cada ladrón juzga por su condición, pero debería recordar, el hoy sostén de un régimen de militares mediocres, que nadie puso en duda las razones por las cuales él en su momento nos ayudó tanto a salir de nuestra pesadilla autoritaria.
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